Un poco de mí

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¡Adoro patinar al atardecer! Será porque prefiero la luz cálida. Sólo tomo café por la mañana, algún día tendré un perro Saluki, me asombra que la tecnología, el abecedario y las notas musicales no tengan límites.Así la vida, ¡qué año el 2020! Por cambios e incertidumbre fusioné talento con personas que admiro: surgió «Aglaia», compañía creativa especializada en inteligencia estratégica, creación de narrativas y contenidos visuales.

Los dos años previos fueron de aprendizaje y encuentros emocionantes. Siempre quise tener una columna de tecnología… a cambio encontré algo mejor: la agencia de innovación México Media Lab. Ahí ejecuté y lideré proyectos editoriales enfocados principalmente a la industria 4.0 y disrupción digital.

Anteriormente, viví 45 días inolvidables: durante mayo y junio del 2017, caminé de Roncesvalles a Santiago de Compostela. Viajar a pie, offline, con pocas pertenencias, un cuaderno pequeño y envuelta en el sonido de la naturaleza, es una experiencia inefable: el Camino de Santiago es una metáfora de la vida.

Para entonces llevaba tres años trabajando como freelance. Dedicada a la Consultoría Editorial, he acompañado —¡lo sigo haciendo!— a personas increíbles, ya sea en la escritura de una novela o la creación de narrativas para gobierno o empresas.

El sector gubernamental me atrae por las iniciativas positivas que pueden desarrollarse. Con esa visión trabajé en Cultura del Ayuntamiento de Mérida en distintas administraciones municipales. ¡Qué jornadas aquellas! Pues combiné mi labor de «funcionaria pública» con la docencia. ¿Las asignaturas? Literatura, Historia del Arte y Políticas Culturales. Conservo grupos con los que semanalmente comparto sesiones virtuales de historia y literatura.

Así pues, mi formación es versátil, como también lo son mis intereses y recreaciones. He sido tenista, colaboradora de un periódico, pianista, directora en una Feria de Libro y conductora de un programa de radio dedicado a literatura latinoamericana. El tenis me enseñó a tomar decisiones rápidas y no dudar. El piano me enseñó a sentarme tranquila, escuchar, y entender un lenguaje universal.

A los 16 años sentí amor por libros, poesía y personajes. Feliz, estudié Literatura. En el 2007 abrí el blog Letranías©, iniciativa donde promuevo lectura, arte y creatividad para una vida mejor. El blog saltó a las redes sociales, de ahí a los salones, de los salones a las PyMEs, y aquí estoy en el 2021 con Aglaia, donde se conjunta lo que soy, lo que he aprendido y me ha apasionado durante estos recientes, vibrantes e impredecibles 21 años.

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