La ciclovía de Mérida y Aristóteles



Envalentonada por las nuevas ciclovías y confiando que esta movilidad sustentable es un proyecto de comunidad donde todos podemos aprender y aportar algo, he decidido lo que por años postergué: usar con precaución y gozadera la bicicleta como medio de transporte.

¡Qué fácil e inmensa felicidad genera pedalear! El cuerpo es motor; los sentidos, aliados y amigos. Es gratamente distinto ver la ciudad a ritmo y perspectiva de ciclista, más ahora que los Maculís están en todo su esplendor. Mérida, que de por sí es bonita, ¡ahora lo es mucho más! He ganado espacios, he pasado por calles que hace más de veinte años no transitaba, he descubierto nuevas rutas y, por lo tanto, voy encontrando una nueva ciudad, pues incluso las calles que recorro en coche toman un matiz distinto. Más allá de los multi mencionados beneficios de andar en bici para la salud, lo más valioso es que estamos ganando espacios seguros. Porque una cosa es el encanto recreativo de la biciruta los domingos, y otra es la merecida consideración de movilidad con carril asignado. Y una cosa es ser ciclista, y otra cosa es manejar con conciencia y cuidado hacia el otro, después de ser ciclista.




Esta mañana de domingo, mi papá y yo rodamos desde la puerta de la casa hasta el remate de Paseo de Montejo. Quisimos desayunar en algún lugar de Paseo 60, pero no pudimos quedarnos porque el rack para dejar las bicicletas estaba lleno (sólo hay uno, y creo sólo caben 6 bicis) y el guardia —entendimos su razón y autoridad— nos dijo que ahí las teníamos que dejar, y que si no, pues no. Así que cambiamos de sede. Nos fue de lo lindo, porque escogimos la mesa de un restaurante bajo un árbol de tamarindo en Paseo de Montejo. Conversamos como los amigos que somos, cada quien con su cafecito, en un lugar nuevo para los dos. Luego continuamos la pedaleada en pos del antojo de mi compañero ciclista: huevos motuleños. Amén. Sobra decir que devoramos con el apetito que nos caracteriza en un lugar precioso, al aire libre. Ese espacio, me parece, no existía antes de la pandemia: ¡pum, brotó una terraza! #Chulada Así que desayunamos rodeados de vegetación y con solecito tolerable entre las ramas. Le pedimos al mesero que nos tomara una foto, y sonreímos a la cámara sin el cubrebocas que empezamos a usar hace un año exactamente. 




Aquel insospechado sábado 14 de marzo del 2020 decidimos en familia, después de comer juntos, dejar de vernos. Restringimos encuentros... ¡por más de seis meses! Por eso hoy, disfrutando estar con mi papá y con las bicis a un costado, pensé en cuántas buenas experiencias generará esta nueva infraestructura urbana, tal como lo fue para nosotros esta mañana. Hoy fue un piacere, pero mis otras rodadas tienen fines meramente prácticos, e incluso fuera del circuito de la ciclovía. Verdaderamente y, en mi caso, es prescindible el uso de un auto.

Saboreando el buen momento y la sensación de bienestar, recordé a Aristóteles y su idea de «Política» como «El arte de comportarse en la ciudad». Celebro su definición, y con corazón de ciudadana meridana deseo para quienes vayamos al pedal, al volante o a cruzar a pie la calle, que las nuevas ciclovías sean esa «política» que el filósofo griego planteó humana y conciliadoramente.

Instagram: @addy_g_b

Comentarios

  1. Tienes una enigmática manera de crear y contar historias con cosas tan simples y cotidianas que todo mi respeto y admiración se vuelca a cada uno de los caracteres que tecleas.

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